Desde los inicios el éxito acompaña a Marcelino Castanedo, quien poco a poco va ampliando el negocio con la introducción de nuevos y originales productos. Basta recordar los ‘pinochos’, un polo con la forma de la nariz más famosa del mundo infantil, o los cortes de nata.
En 1961, se incorpora al negocio familiar su único hijo varón, Jesús, a quien Marcelino enseña el secreto del buen hacer, asegurándose con ello que Regma está en buenas manos. Para aquel entonces, la empresa contaba con las líneas de helado, frío industrial y confitería, con varios puntos de venta abiertos en Santander.